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La Enfermedad Cardiovascular (ECV) es la principal causa de mortalidad en los países occidentales siendo el resultado de la interacción entre factores genéticos, medioambientales y de estilo de vida.
Los factores de riesgo pueden ser no modificables (dotación genética, edad y sexo) y modificables (tabaquismo, obesidad abdominal, sedentarismo, patrón alimentario...)
Los estudios de cohortes prospectivos sobre la relación entre el patrón alimentario y el riesgo cardiovascular revelan que:
(1) Resulta difícil atribuir a un alimento y/o nutriente una posible asociación con dicha entidad clínica debido a que los alimentos son matrices complejas y la dieta está integrada por múltiples alimentos. A pesar de ello el factor nutricional que ha demostrado estar más relacionado con su desarrollo y evolución es la grasa revistiendo más importancia el aspecto cualitativo que el cuantitativo.
(2) Una mayor ingesta de grasa saturada (SFA) y trans (TFA) se correlaciona positivamente con el riesgo cardiovascular por aumentar ambas el LDL-c y reducir la segunda además el HDL-c, mientras que un consumo más elevado de grasas mono y polinsaturadas (MUFA y PUFA respectivamente) se correlacionan inversamente con aquel.
(3) Reemplazar la SFA por MUFA resulta más eficaz para reducir el riesgo cardiovascular que reducir la ingesta de grasa total.
(4) Existen otros factores nutricionales que también impactan favorable/desfavorablemente y que deben ser contemplados como ciertos ácidos grasos (PUFA Ω3, ALA...), el índice y carga glucémica, vitaminas antioxidantes (β-caroteno, vitamina E...), minerales (selenio, cromo...), la fibra...
(5) Se han identificado distintos compuestos bioactivos que ejercerían un papel cardioprotector y fitoquímicos como los flavonoides, fitoesteroles...
El impacto deletéreo de la obesidad sobre el riesgo de enfermedad cardiovascular sobrepasa al de cualquier componente dietético individual.
La alimentación y la modificación de otros estilos de vida reduce el riesgo de ECV de forma más acusada que cualquier otro factor aislado.
Los estudios tanto epidemiológicos observacionales (cohortes prospectivos) como de intervención (ensayos clínicos) sugieren que la adhesión a un patrón alimentario y estilo de vida saludable y/o consumo de fármacos antihipertensivos y/o hipolipémicos podría prevenir la mayoría de accidentes cardiovasculares.
Bibliografía
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